miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA MEDICINA Y LOS CRIMENES NAZIS

La medicina en el Nazismo, sin ética y moral


La investigación biomédica en la Alemania pre-nazi era considerada como la más avanzada del mundo, no sólo en relación con sus propios frutos, sino también en sus reglamentos éticos. Sin embargo, la llegada al poder de Adolf Hitler invirtió radicalmente esta situación.

La investigación biomédica en la Alemania pre-nazi, al igual que sucedía en otros ámbitos de las disciplinas sanitarias, podría ser considerada como la más avanzada del momento, no sólo en relación con los propios frutos de sus diferentes líneas de trabajo, sino también en relación a las normas y reglamentos éticos y legales de protección de los sujetos de investigación. De hecho, el gran interés por parte del colectivo médico en materia de ética en investigación biomédica se puso de manifiesto con la promulgación por el Gobierno del Reich Prusiano, en 1900, de una serie de normas éticas relativas a la experimentación en humanos con nuevas herramientas terapéuticas, tras el escándalo del denominado “caso Neisser”, en el que se emplearon prostitutas para investigar una vacuna contra la sífilis, sin ser informadas y sin su consentimiento.

Posteriormente, en 1931, el Ministerio del Interior del Reich dictó unas Directrices para Nuevas Terapias y Experimentación en Humanos donde se recogía la doctrina legal del consentimiento informado, prohibiéndose la experimentación con moribundos y con necesitados económicos o sociales. Sin embargo, la llegada al poder del partido de Adolf Hitler abortó radicalmente este desarrollo ético, invirtiendo completamente los principios básicos del respeto a los sujetos participantes en investigaciones médicas. Es más, esta herramienta de progreso se transformó en un perverso sistema de represión, en el que se vieron inmersos un gran número de profesionales sanitarios, que acabaron siendo copartícipes de numerosos abusos cometidos en relación con la investigación médica.

Además de las implicaciones del colectivo médico en los programas de esterilización y eutanasia, la más preocupante expresión de la conexión entre la comunidad médica y la tragedia nazi fue el empleo forzado de seres humanos como material de investigación y de laboratorio, no sólo en los nefastos campos de exterminio, sino en los propios hospitales y universidades, llegando incluso, en algunas ocasiones, a explotar los cuerpos después de la muerte.

Empleo forzado de seres humanos para investigación

Entre los candidatos a ser reclutados para tales atrocidades se encontraban, además de los judíos, otros colectivos étnicos o sociales desahuciados, como gitanos, eslavos, homosexuales y, por supuesto, los discapacitados físicos y psíquicos. En relación con estos últimos, algunos de los responsables de estos actos, según recoge Seidelman, los justificaban de la siguiente forma: “Si los enfermos tienen que morir en cualquier caso, a causa de la valoración pericial de uno de mis colegas, ¿por qué no utilizarlos en vida o tras su ejecución para investigar?”.

Aunque menos conocidas que otros proyectos de investigación realizados en otros ámbitos de la medicina, relataremos, a modo de ejemplo, dos investigaciones neuropsiquiátricas que han podido ser relativamente bien documentadas. Una de ellas es un amplio proyecto de investigación sobre diversas formas de retraso mental y epilepsia realizado bajo la dirección de Carl Schneider (catedrático de Psiquiatría en Heidelberg), cuyo desarrollo pasaba por la evaluación y el estudio exhaustivo, a largo plazo, de los pacientes en vida, tanto desde la perspectiva neuropsicológica como fisiológica y terapéutica, y la coronación de la investigación, posteriormente, mediante el estudio anatomopatológico de sus cerebros, después de someterlos al Programa de Eutanasia.

La correspondencia de Schneider ha permitido mostrar su gran interés por obtener el visto bueno de los evaluadores de la Operación T4, y hay constancia de que, al menos, se analizaron 194 cerebros en su departamento. En el proyecto, el profesor Julius Hallervorden, subdirector del Kaiser-Wilhelm Institut para Investigación Cerebral de Berlín-Buch, se habría personado en uno de los centros de eutanasia adscritos a su jurisdicción (el del asilo de Brandenburg) para coordinar la extracción de los cerebros de pacientes recién ejecutados, y dado que conocía los diagnósticos de los enfermos antes de su ejecución, podía elegir los cerebros que fueran de interés para sus investigaciones.

“Material maravilloso”: 500 cerebros de asesinados

En un informe del Combined Intelligence Operative Subcommittee (CIOS), documento catalogado como L-170 aportado en el Juicio de Nüremberg contra los médicos nazis, se especifica que el “Dr. Hallervorden obtuvo 500 cerebros de los centros de exterminio de pacientes mentales. Estos pacientes fueron asesinados en varias instituciones mediante la inhalación de monóxido de carbono”. En sus declaraciones, Hallervorden comentó que “los cerebros constituían un material maravilloso; preciosos defectos mentales, malformaciones y enfermedades infantiles tempranas”. Sin embargo, siguiendo una forma de proceder habitual entre gran parte de la clase médica alemana, apuntaba en relación con el material utilizado: “... de donde ellos procedían [los cerebros] y como llegaban a mí no era realmente un asunto de mi incumbencia”.

Afortunadamente, muchos de estos proyectos hubieron de suspenderse, ya que tras la derrota alemana de Stalingrado la mayor parte de los médicos que participaban en los mismos fueron llamados a filas. Sin embargo, quedó patente que muchos médicos alemanes habían abandonado sus deberes para con sus pacientes y habían renunciado al juramento ético inherente a su profesión. A pesar de esto, y aunque algunos responsables de estos proyectos no pudieron asimilar su culpa, como Schneider, que acabó suicidándose tras finalizar la guerra, otros continuaron con su actividad clínica, como Hallervorden, quien continuó con su puesto de subdirector del Instituto de investigación berlinés. Es más, tras finalizar la guerra, publicó numerosos trabajos científicos basados en los materiales obtenidos durante los oscuros años de la Acción T4, como los referentes al efecto del monóxido de carbono en el desarrollo cerebral de los fetos.

Con respecto al uso de prisioneros sanos, los reprobables experimentos humanos realizados por los médicos nazis fueron más habituales, y mejor documentados y conocidos actualmente, en ciertos ámbitos de la medicina, como la genética, la ginecología, la cirugía o la traumatología. Baste recordar los experimentos por los que fueron juzgados algunos médicos en Nüremberg, como ensayos de congelación, inoculación de bacilos de la tuberculosis, amputación de miembros, esterilizaciones quirúrgicas sin anestesia, etc.
El papel de la industria químico-farmacéutica

Sin embargo, los prisioneros de los campos de concentración constituyeron, asimismo, la principal fuente de reclutamiento para los estudios farmacológicos y en ellos jugaron un destacado papel otros sectores del sistema sanitario del régimen nazi, fundamentalmente la industria químico-farmacéutica, que ha sido vinculada también a los programas de investigación médica y de exterminio sistemático en dichos “campos dela muerte”, donde pudo ensayar prácticamente sin trabas sus agentes farmacológicos.

Al inicio de la II Guerra Mundial, en 1939, I.G. Farben (Interessen- Gemeinschaft Farbenindustrie AG), un conglomerado de compañías fundado en 1925 y que prácticamente monopolizaba la industria farmacéutica alemana, era ya el mayor imperio químico-industrial del mundo. El vínculo entre esta corporación y la jerarquía nazi era tan estrecho que tras las continuas invasiones de los países vecinos por parte de la Wehrmacht, I.G. Farben se fue “anexionando” las principales compañías químicas de los territorios ocupados, actuando, en palabras de Borkin como “un chacal tras el león hitleriano”.

Durante el conflicto bélico, I.G. Farben se vio involucrada en numerosos episodios relacionados con actividades criminales del ejecutivo nazi, incluyendo el empleo de mano de obra esclava en las instalaciones construidas en las inmediaciones de los campos de concentración, como la de Monowitz, en la inmediaciones de Auschwitz. Además, en este campo ensayó distintas sustancias farmacológicas, como derivados sulfamídicos, arsenicales y otras preparaciones cuya composición no se conoce exactamente (B-1012, B-1034, 3382 o Rutenol, 3582 o Akridin), generalmente para el tratamiento de enfermedades infecciosas como el tifus, erisipela, escarlatina, diarreas paratifoideas, etc., que previamente inducían en los sujetos de estudio y que solían finalizar con unas elevadísimas tasas de mortalidad.

Amoralidad y degradación ética

Entre los responsables de estos proyectos farmacológicos se encontraban ex-científicos de I.G. Farben, como el comandante médico de las Schutzstaffel (SS) Helmuth Vetter, o médicos de los campos de exterminio, como el célebre e infame Joseph Mengele, aunque el ideólogo y máximo responsable de la mayor parte de los experimentos médicos realizados en los diferentes campos de concentración fue Joachim Mrugowsky, coronel-director del Instituto Central de Higiene de las Waffen SS y profesor asociado de la Universidad de Berlín: experimentos con vacunas del tifus, con edemas gaseosos y con inyecciones letales fenólicas en Buchenwald; con diferentes venenos en Sachsenhausen; con sulfanilamidas en Ravensbrück; y con el uso generalizado del gas Zyklon-B en Auschwitz. Por otro lado, en el campo de Buchenwald se estudiaron los efectos de la administración conjunta de metanfetamina y fenobarbital, las propiedades anestésicas de la administración de hexobarbital sódico e hidrato de cloral en intervenciones quirúrgicas a sujetos sanos, y se recurrió a las inyecciones letales de apomorfina.

Una prueba del nivel de amoralidad y degradación ética del entorno sanitario del régimen nazi se puede obtener de una carta encontrada en los archivos del campo de Auschwitz, que reflejaba la correspondencia entre su comandante y determinados departamentos de la compañía I.G. Farben. Estos últimos solicitaban la compra de prisioneras para un proyecto de investigación con un fármaco hipnótico: “Nosotros necesitamos unas 150 mujeres en el mejor estado de salud posible... Confirmamos su respuesta positiva, pero consideramos que el precio de 200 marcos por mujer es demasiado alto. Nosotros proponemos pagar no más de 170 marcos por mujer... Los experimentos fueron realizados. Todas las personas murieron. Necesitamos lo más pronto posible un nuevo envío...” (CGBG).

Muchas de estas actividades fueron conocidas gracias a la celebración, entre 1945 y 1949, en la ciudad alemana de Nüremberg, de los famosos juicios contra los dirigentes del régimen nacionalsocialista alemán y otros criminales de guerra nazis por parte de un Tribunal Militar Internacional. Precisamente, en el denominado Juicio a los Médicos (United States of America vs. Karl Brandt, et al.) se condenó a muerte a algunos de los participantes en las atrocidades experimentales comentadas previamente, como Mrugowsky y Waldemar Hoven.

Evadir la acción de la justicia

Sin embargo, otros lograron evadir la acción de la justicia, como el propio Mengele, quien escapó a América del Sur, llegando a fallecer de muerte natural. El mismo año que finalizó este Juicio se inició otro (en agosto de 1947) en la misma sede de Nüremberg (United States of America vs. Carl Krauch, et al.), popularmente conocido como IG Farben Trial, en el que se procesó a 24 directivos y científicos de dicha corporación químico-farmacéutica también por “crímenes contra la Humanidad” (experimentos con prisioneros, uso de trabajadores esclavos, maltrato, tortura y asesinato de prisioneros, etc.), entre otros delitos (planificación y preparación para la guerra e invasión de otros países). Las condenas, en este caso, fueron bastante más benévolas (13 fueron declarados inocentes y el resto condenados a penas comprendidas entre 6 meses y 8 años de prisión) en parte debido a la escasez de pruebas incriminatorias documentales, pues desde septiembre de 1944 y ante el avance de las tropas aliadas se puso en marcha un operativo de destrucción de todos los archivos comprometedores de la corporación.

En respuesta a las atrocidades cometidas por los médicos y científicos nazis en materia de investigación humana, reveladas durante el transcurso de los juicios de Nüremberg, surgió el primer código internacional de ética para la investigación con seres humanos, el Código de Nüremberg, bajo el precepto hipocrático primum non nocere. Este Código, orientado a impedir cualquier repetición de la tragedia, puesta de manifiesto por ataques directos a los derechos y al bienestar de las personas, fue publicado el 19 de agosto de 1947, estableciendo las normas para llevar a cabo experimentos con seres humanos e incidiendo especialmente en la obtención del consentimiento voluntario del sujeto motivo de investigación.

En cualquier caso, las aportaciones reales para el avance de la ciencia médica de todos los programas de investigación basados en el crimen de Estado durante el período nacionalsocialista fueron prácticamente nulas, o como diría Leo T. Alexander, uno de los asesores médicos norteamericanos de la acusación contra los responsables de estas prácticas e inspirador del Código de Nüremberg: “el resultado fue un significativo avance para la ciencia del asesinato o ktenología”.


Un importante sector de la medicina alemana se vio involucrado directamente en una fanática y falsa noción de ciencia racial y “eugenésica”, acoplada profundamente a una ideología de marcado carácter racista que acabó con el programa de exterminio generalizado.
Con la ascensión al poder del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei, NSDAP), el enorme prestigio internacional de que gozaba la medicina alemana se vio bruscamente truncado. De hecho, los sucesivos gobiernos del Partido Nazi fueron generando un perverso sistema de destrucción de la conciencia social que, en su vertiente sanitaria, supuso la institucionalización de conductas criminales en materia de salud pública e higiene racial, y en cuya red se vieron involucrados un gran número de profesionales de la medicina, desde médicos generales hasta especialistas, como ginecólogos, cirujanos, pediatras psiquiatras.
Cuando en la primavera de 1933 Adolf Hitler alcanzó la presidencia en Alemania comenzó a poner en marcha, siguiendo las promesas electorales que le elevaron al poder, políticas racistas en defensa de una “raza superior” en cuya confección estuvieron presentes determinados sectores de la medicina alemana. Entre las primeras de estas leyes se encontraba la Ley para la Prevención de las Enfermedades Hereditarias de la Descendencia (Gesetz zur Verhütung Erkrankung Nachwuchses), más conocida como Acta de Esterilización, promulgada el 14 de julio de 1933. Esta normativa permitía, a instancias de un tribunal compuesto por dos médicos y un juez, la esterilización obligatoria de sujetos (Erbgesundheitsgesetz) diagnosticados de debilidad mental congénita, esquizofrenia, “locura circular” (psicosis maníaco-depresiva), epilepsia hereditaria, baile de “San Vito” hereditario (corea de Huntington), ceguera y sordera congénitas, pronunciadas malformaciones corporales de carácter hereditario, alcoholismo crónico grave, etc.
Esta ley fue aplicada junto con la Gesetz Gegen Gefährliche Gewohnheits Verbrecher o Acta contra Criminales Peligrosos, que tenía el mismo fin y utilizaba los mismos medios. Las esterilizaciones comenzaron en 1934 y, en la práctica, terminaron con el comienzo de la II Guerra Mundial, con un saldo final de unas 350.000 personas esterilizadas (0,5% de la población total). Como señaló Peters, “de la esterilización forzada al Holocausto sólo había un paso”.

Eliminar una generación

El propósito final de estas y otras leyes (la Ley de Protección de la Salud Hereditaria del Pueblo Alemán y la Ley de Salud Marital, más conocidas como Leyes de Nüremberg) era eliminar a una generación completa de sujetos con deficiencias genéticas a fin de “depurar” el banco de genes y mejorar la “raza germana”. Los beneficios que se obtendrían con la aplicación de las leyes basadas en planteamientos eugenésicos fueron ampliamente difundidos en contundentes campañas publicitarias por la eficiente maquinaria de propaganda del III Reich.
Uno de los principales promotores del Acta de Esterilización fue el presidente de la Asociación para la Higiene Mental y Racial, y posteriormente presidente de la Asociación Alemana de Psiquiatría y Neurología, Prof. Ernst Rüdin, quien, bajo el auspicio del Ministerio del Interior, organizó una serie de cursos y seminarios dirigidos a los médicos con el objetivo de prepararlos e implicarlos en la aplicación de las leyes que el gobierno estaba promulgando para el “tratamiento” de las enfermedades hereditarias y la “higiene racial”.
La actividad propagandística del ejecutivo nazi fue tremendamente eficaz como herramienta de perversión de la conciencia y la opinión pública. En líneas generales, un importante sector de la medicina alemana se vio involucrado directamente en esta fanática y falsa noción de ciencia racial y “eugenésica”, acoplada profundamente a una ideología de marcado carácter racista que acabó con el programa de exterminio generalizado o, como algunos autores lo han calificado, “la medicalización del antisemitismo”. De hecho, la Asociación Médica Alemana, en su revista oficial, no sólo no se opuso al desarrollo de estas leyes sino que las alabó abiertamente.

Operación T4

Con el antecedente previo que supuso el establecimiento de las Leyes de Nüremberg y ante la inminencia del inicio de la Referentes históricos guerra (que precisaría liberar miles de camas hospitalarias para atender a los soldados heridos), Hitler firmó, el 1 de septiembre de 1939, un decreto preparado por diez asesores, incluidos entre ellos Leonardo Conti, secretario de Salud del Ministerio del Interior, y Hans Heinrich Lammers, director de la Cancillería del Reich, que fue aplicado a partir de ese mismo día, fecha de inicio de la II Guerra Mundial. En este documento se especificaba que “a pacientes incurables, después de una valoración crítica del estado de su enfermedad, les fuera permitida una muerte eutanásica”. Este decreto constituyó la base del Programa para la Eutanasia, Gnadentod (“muerte caritativa”), conocido popularmente como Operación T4 o Acción T4, debido a la localización de su oficina administrativa en el número 4 de la Tiergartenstrasse de Berlín, y supuso el inicio del exterminio en masa de pacientes con “deficiencias” o patologías mentales. Hay que tener presente, en este sentido, que los enfermos mentales eran considerados, incluso en textos científicos de la época, como seres inferiores (minderwertig), llegando a ser calificados en algunos círculos médicos como “conchas humanas vacías” (Leere Menschenhülsen) o “vidas que no merecen la pena vivirse” (Lebesunwertes Leebn).
La supervisión y desarrollo del Programa para la Eutanasia se encargó al reichsleiter Philip Bouhler, jefe de la Cancillería del Führer, y la dirección operativa a Karl Brandt, médico personal de Hitler, aunque gozó de la asesoría de algunos prestigiosos psiquiatras, como los profesores Paul Nitsche, Werner Heyde y Friedrich Mennecke. Siguiendo órdenes, todos los directores de hospitales psiquiátricos de Alemania fueron convocados en Berlín e informados sobre los procedimientos relativos al funcionamiento de este Programa, que se iniciaba con el envío de cuestionarios a todas las instituciones psiquiátricas, que debían ser cumplimentados para cada enfermo y devueltos para su estudio por un comité de expertos, integrado por 54 prestigiosos psiquiatras, que revisaban y valoraban los cuestionarios remitidos.
Si tras la valoración del caso se decidía que el paciente era un candidato al Programa de Eutanasia se marcaba el cuestionario con una X. Pronto surgió el término popular Kreuzelschreiber (escritores de X) para designar a este grupo y, por extensión, a una parte del colectivo psiquiátrico. Una vez decidida la muerte de un paciente, se le trasladaba a uno de los seis centros regionales de exterminio (Brandenburg, Bernburg, Hartheim, Grafeneck, Sonnenstein y Hadamar) distribuidos por todo el Reich, algunos de ellos integrados dentro de instituciones psiquiátricas, donde eran asesinados mediante la intoxicación con monóxido de carbono (método testado por Brandt en el Hospital Psiquiátrico de Brandenburg), incinerándose rápidamente los cuerpos en hornos crematorios.


Cartas de condolencia
Esta práctica sirvió de modelo para la posterior puesta en marcha de la denominada “Solución Final” del caso judío (Endlösung der Judenfrage). Este modus operandi de la Acción T4 entroncaba con los planteamientos de la típica y controvertida burocracia nacionalsocialista, pues mientras miles de prisioneros eran asesinados en los campos de concentración sin formalidad administrativa ninguna, a los sujetos concernidos en esta operación se les examinaba para conocer sus aptitudes, elaborándose un expediente para cada uno de ellos. Incluso, a posteriori, los médicos responsables de la asistencia de estos pacientes firmaban una carta de condolencia para los familiares (Trostbrief), elaborada en un departamento específico para ello, y falsificaban los certificados de fallecimiento, atribuyendo la muerte a causas naturales.
Del mismo modo, incluso con anterioridad a la firma de este Programa, se introdujo la obligatoriedad a los médicos alemanes de informar sobre “neonatos malformados” o “idiotas”. El estudio de estos niños afectos de enfermedades supuestamente incurables correspondía a una comisión especial integrada por dos catedráticos de pediatría y un médico de la organización T4 que decidían si estos niños eran o no “condenados”. Se ha estimado que por esta vía se llegó a asesinar, hasta 1945, a unos 5.000 niños.
La Acción T4 fue posteriormente implementada para abarcar un mayor espectro de sujetos no aptos para la sociedad o que pudieran suponer una amenaza pública (primero, delincuentes o sujetos con comportamiento antisocial, para finalmente englobar a prostitutas, vagabundos u homosexuales). El Programa se expandió también, eventualmente, a prisioneros de los campos de concentración y de los países ocupados (Operación 14f13). Los asesinatos se realizaban en los asilos y especialmente en los hospitales organizados para este fin, convirtiéndose en parte de la rutina hospitalaria de esas instituciones. En total, se estima que la Operación T4, en cuyo núcleo siempre se situaba personal sanitario, acabó con la vida de más de 200.000 sujetos, entre ellos 73.000 pacientes psiquiátricos.

Eutanasia discreta

Dos años después de su inicio, el 24 de agosto de 1941, la Acción T4 fue suspendida, debido a las protestas populares dirigidas, fundamentalmente, por el obispo católico de Münster, Clemens Graf von Galen, y a la concentración de esfuerzos en la guerra contra la Unión Soviética, aunque esto no supusiese un cese de los asesinatos, que continuaron de forma furtiva, lejos de la vista de la opinión pública. Estos procedimientos, llevados a cabo en las mismas instituciones sanitarias donde los pacientes estaban ingresados, han sido calificados como “eutanasia discreta”. Los pacientes eran asesinados mediante la reducción al mínimo de las raciones alimentarias, que quedaron prácticamente limitadas a verduras cocidas (dieta E) o cancelando la calefacción de los hospitales en invierno. En algunos centros, los médicos, psiquiatras y enfermeros aceleraban la muerte de los pacientes mediante la administración prolongada de dosis bajas de barbitúricos, con lo que se conseguía una neumonía terminal, o con una inyección intravenosa letal de varios fármacos, como opiáceos y escopolamina. En esta segunda fase de eutanasia discreta se ha estimado que pudieron ser asesinados unos 110.000 pacientes.

Tras el final de la II Guerra Mundial, un Tribunal Militar Internacional integrado por jueces de los 4 países aliados juzgó en la ciudad de Nüremberg a antiguos líderes nazis. En uno de estos juicios se imputó a 3 oficiales y 20 médicos bajo la acusación, entre otros cargos, de “crímenes contra la Humanidad” (United States of America vs. Karl Brandt, et al.); el Tribunal condenó a muerte, el 20 de agosto de 1947, a 7 de los acusados (incluido Karl Brandt), 9 fueron sentenciados a penas de prisión y los otros 7 fueron absueltos. No obstante, en relación con los programas de eutanasia y salud mental, a pesar de que 3 de los condenados estaban relacionados directamente con ellos, los máximos responsables de los mismos se suicidaron previamente, como Bouhler, Conti o Carl Schneider, y otros, como Nitsche, fueron ejecutados por las tropas soviéticas.
Aunque sería injusto generalizar, tratando de involucrar a todos los médicos alemanes de la época en las prácticas ilícitas y criminales del régimen nazi, es preciso preguntarse por el motivo del gran apoyo del estamento médico a dichas políticas; no hay que olvidar, en este sentido, que durante un determinado período del III Reich, hasta el 45% de los médicos alemanes llegaron a ingresar en el Partido Nazi y que ninguna otra profesión alcanzó estas cifras de afiliación política.

Entusiasmo inicial generalizado

En el marco de un cierto entusiasmo inicial generalizado, los médicos implicados en la aplicación de las leyes nazis, y los que pasivamente las aceptaron, argumentaban que la norma estaba concebida para el beneficio de la nación y no para el del paciente si se quería dejar un legado de salud a las generaciones venideras, lo que suponía la invocación de conceptos de naturaleza tan engañosa y coercitiva como los de “causa mayor” o “misión sagrada”.
Por otro lado, con el establecimiento de estas leyes, los ingresos económicos de los médicos alemanes se incrementaron de forma notoria, incentivos que podrían haber favorecido una cierta relajación de los principios éticos inherentes a la práctica médica. Algunos médicos creían también que por la ciencia todo estaba justificado, incluso los inhumanos experimentos cometidos durante la II Guerra Mundial en los campos de concentración; otros se autocontemplaban simplemente como patriotas y su actos los justificaban como si fueran acciones de guerra; también los había que estaban enfermizamente imbuidos por la perversa filosofía nazi; otros, de carácter más ambicioso, ejercían en los programas de exterminio como forma de promoción en sus carreras profesionales y académicas.
En cualquier caso, la implicación médica en el desarrollo y la implementación de los programas eugenésicos de exterminio era forzosamente necesaria y desvincularse completamente de esta maquinaria podía llegar a ser bastante difícil para muchos integrantes de este colectivo, sobre todo en una atmósfera recreada alrededor del miedo colectivo.

¿POR QUE EL POLLO CRUZO LA CALLE?

¿POR QUE EL POLLO CRUZO LA CALLE?

El siguiente texto es tan antiguo como la Biblia misma, pero a diferencia de esta, este tiene un poco mas de credibilidad, pues esta cargado de opiniones tan filosóficas y tan profundas como las obras de los aquí mencionados, este texto es universal y cada vez se le van añadiendo más y más personajes, esta es nuestra humilde lista y nuestra contribución con el mundo libre.

PROFESOR DE PRIMARIA: Porque quería llegar al otro lado.
PROFESOR DE SECUNDARIA: Aunque se los explique, queridas bestias, no podrán entenderlo.
PROFESOR DE FACULTAD: Para saber por qué el pollo cruzó la carretera (tema que se incluirá en el parcial de mañana), lean los apuntes desde la página 2 a la 3050.
BUDA: Preguntar eso niega tu propia naturaleza de pollo.
MOISÉS: Y Dios bajó de los cielos y le dijo al pollo... "Cruza la carretera". Y el pollo cruzó la carretera y todos se regocijaron.
LA BIBLIA: Y Dios ordeno al pollo cruzar la calle, el pollo cruzo la calle y vio que era bueno.
SÓCRATES: ¿Sabes qué es un pollo?.
PLATÓN: Porque buscaba salir de la caverna.
ARISTÓTELES: Está en la naturaleza de los pollos cruzar la carretera.
HIPÓCRATES: Debido a un exceso de humores en sus páncreas.
SANTO TOMÁS: Para descubrir la esencia y existencia de la carretera.
MAQUIAVELO: La cuestión es que el pollo cruzó la carretera. ¿A quién le importa por qué? El fin de cruzar la carretera justifica cualquier medio.
CRISTÓBAL COLÓN: Para ir donde ningún pollo ha estado antes.
DESCARTES: El pollo cruzó la carretera y luego existió.
HUME: Buscaba una experiencia sensible.
KANT: Porque quería descubrir más allá del fenómeno "neumo" de la carretera.
QUESNAY: Porque buscaba más tierra.
HUSSERL: Fenomenológicamente, el pollo debe descubrir el camino.
NITZSCHE: El pollo ha muerto... ¡Viva la carretera!.
HEGEL: Hay una relación dialéctica entre el pollo y la carretera.
ENGELS: ¿Por qué no cruzó el pollo la carretera?
KARL MARX: Era históricamente inevitable. Fue empujado por la lucha de clases aviar.
CAPTAIN KIRK: Para llegar a donde ningún otro pollo había llegado antes.
DARWIN: A lo largo de grandes períodos de tiempo los pollos han sido seleccionados naturalmente de modo que ahora tienen una disposición genética a cruzar carreteras.
ALBERT EINSTEIN: Si el pollo ha cruzado la carretera o la carretera se ha movido debajo del pollo depende de tu marco de referencia.
ANTONIO GRAMSCI: Para hacer la revolución cultural de la carretera.
SIGMUND FREUD: El hecho de que estés preocupado porque el pollo cruza la carretera revela tu inseguridad sexual.
HEINRICH RICKERT: Para hacer la hermenéutica de la carretera.
HEMINGWAY: Para morir. Bajo la lluvia.
BORGES: Porque salió del laberinto y no quiso meterse en las ruinas circulares.
HEIDEGGER: Porque está en el mundo y hubo una referencia significativa con la carretera... se le interponía en su camino.
JEAN PAUL SARTRE: Porque era libre.
LYOTARD: Porque la carretera es muy postmoderna.
MICHEL FOUCAULT: Para descubrir cual es la estructura del poder de la carretera.
ETA: La carretera representa a los vascos. El pollo cruzó a los vascos para pisotearlos y mantenerlos sometidos.
MARTIN LUTHER KING: Veo un mundo en el que todos los pollos serán libres de cruzar la carretera sin que sus motivos se pongan en cuestión.
RONALD REAGAN: Se me ha olvidado.
RICHARD NIXON: El pollo no cruzó la carretera. Repito: el pollo no cruzó la carretera.
SADDAM HUSSEIN: Fue un acto de rebelión no provocado y el que lancemos 50 toneladas de gas nervioso estuvo plenamente justificado.
BILL GATES: Acabo de lanzar el Pollo Office 2000 que no solo cruza carreteras sino que pone huevos archiva tus documentos importantes y encuadra tus cuentas.
ANDERSEN CONSULTING: La desregulación del lado de la carretera del pollo amenazaba su posición dominante en el mercado. El pollo se enfrentaba a importantes retos para crear y desarrollar las competencias necesarias para encarar la competitividad del mercado. Andersen Consulting, en una relación de socio con el cliente, ayudó al pollo rediseñando su estrategia de distribución física y procesos de implantación. Empleando el método de integración avícola MIA, Andersen ayudó al pollo a emplear sus habilidades, metodología, conocimiento, capital y experiencias para alinear a los recursos humanos, procesos y tecnología del pollo en el apoyo de su estrategia global dentro de un marco de trabajo de Gestión de Programas. Andersen Consulting convocó un equipo multidisciplinar de analistas de carreteras y los mejores pollos que, junto con consultores de Andersen con profundas habilidades en la industria del transporte, abordaron durante dos días una serie de reuniones al objeto de apalancar su capital personal de conocimiento (tanto explícito como implícito) y de permitirles obtener sinergías entre sí para conseguir las metas implícitas de la entrega y diseño exitoso e implementando un marco de valores de empresa a través del continuo de procesos avícolas. Las reuniones se mantuvieron en un entorno de alto impacto que estaba estratégicamente situado centrado en la industria y elaborando un mensaje consistente claro y único frente al mercado alineado con la misión, visión y valores principales del pollo. Esto condujo a la creación de una solución integradora de negocio total. Andersen Consulting ayudó a que el cambio del pollo fuese más exitoso.
GALILEO: Y sin embargo, cruza.
LA IGLESIA DE LA CIENCIOLOGIA: La razón está en vosotros, pero no la conocéis todavía. Mediante un módico pago de $1.500, más el alquiler de un detector de mentiras, le haremos una análisis psicológico que nos permitirá descubrir la razón.
BILL CLINTON: Juro sobre la constitución que no ha pasado nada entre el pollo y yo.
ZEN: El pollo puede cruzar la carretera en vano, pero solo el Maestro conoce el ruido de su sombra detrás de la pared.
STALIN: Hay que fusilar al pollo inmediatamente, y también a los testigos de la escena y a 10 personas más escogidas al azar por no haber impedido este acto subversivo.
GEORGE W. BUSH: El hecho de que el pollo haya cruzado la carretera con toda impunidad a pesar de las resoluciones de la ONU representa un grave ataque a la democracia, la justicia y la libertad. Esto prueba, sin ninguna duda, que teníamos que haber bombardeado esta carretera hace tiempo. Con el objetivo de garantizar la paz en esa región, y para evitar que los valores que defendemos sean otra vez atacados por este tipo de terrorismo, el gobierno de los Estados Unidos de América ha decidido enviar 17 portaaviones, 46 destructores y 154 fragatas, con el apoyo desde tierra de 243.000 soldados de infantería y por el aire de 846 bombarderos, que tendrán por misión, en nombre de la libertad y de la democracia, el eliminar todo asomo de vida en los gallineros a 5.000 Km. a la redonda, y después, asegurarse con unos disparos de mísiles muy precisos de que todo lo que parezca de lejos o de cerca un gallinero sea reducido a un montón de cenizas y no pueda nunca más desafiar a nuestra nación con su arrogancia. Hemos decidido también que después, ese país será generosamente dirigido por nuestro gobierno, que reconstruirá gallineros según las normas vigentes de seguridad, poniendo a su frente a un gallo elegido democráticamente por el embajador de los USA. Para financiar todas estas construcciones, nos conformaremos con el control absoluto de toda la producción de cereales de la región durante 30 años, sabiendo que los habitantes locales se beneficiarán de una tarifa preferente sobre una parte de la producción, a cambio de su total cooperación. En este nuevo país de justicia, paz y libertad, podemos asegurares que nunca más un pollo intentará cruzar una carretera, por la simple razón que no habrá mas carreteras y que los pollos no tendrán patas.
HITLER: ¿Un pollo cruzo la carretera?, APLASTADLO!!!
JOSE MARIA AZNAR: El pollo cruzo para unirse a la gran cruzada anti socialista por la gloria de Dios y de España.
JOSEP LUIS CAROD ROVIRA: El pollo cruzo la carretera para demostrar que somos una nación milenaria con un destino en lo universal y que los españoles no podrán impedir.
SABINO ARANA: Cruzo porque tenia un RH superior y quería volver con su gente.
JOSE LUIS RODRIGUEZ ZAPATERO: El pollo cruzo para dialogar con los del otro lado, eso si, con talante.
MARIANO RAJOY: Hagamos una manifestación contra el cruce del pollo, un acto claramente anticonstitucional
LA INNOMBRABLE: El pollo debe pagar su respectivo canon por el uso de la calle.

Anónimo
ES BUENO SABER…

Por: Rafael Enrique Azócar Prado

ES BUENO SABER que el odio, la demagogia y la mentira no triunfan, que tarde o temprano la verdad se abre paso y que la pseudo erudición de la que hacen gala algunos falsos periodistas será vencida finalmente por la contundencia de los hechos, y por la verdad esclarecedora.
ES BUENO SABER que no es verdad que “los judíos sionistas nos colocarán un chip en la frente para controlar nuestra voluntad”. Una mentira de ese tamaño ni siquiera merecería destacarse, pero la menciono aquí para conocer la magnitud de la demagogia y la mentira.
ES BUENO SABER que no es verdad que “el terremoto de Pisco e Ica fue causado por un rayo disparado por un satélite sionista para destruir el Perú”. La verdad es que los terremotos son causados por fallas geológicas profundas y por movimiento de las placas tectónicas.
ES BUENO SABER que no es verdad que “los Masones liderados por Nicolás de Piérola traicionaron al Perú y entregaron nuestra patria a Chile”. La verdad simple y llana es que el más grande marino que haya dado nuestra nación, Don Miguel Grau Seminario fue masón (Ricardo Palma Soriano, gran tradicionalista, lo invitó a que lo acompañe a visitar a la R:.L:.S:. “Cruz Austral” N° 05 del puerto del Callao, en donde trabajó y profundizó sus conocimientos en la francmasonería).
ES BUENO SABER que Alfonso Ugarte, Francisco Bolognesi, Leoncio Prado y Andrés Avelino Cáceres (quien fue iniciado en la R:.L:.S:. "Concordia Universal" el 13 de junio de 1860), entre otros tantos héroes que dio nuestra patria en esa infausta guerra también fueron masones insignes y valerosos.
ES BUENO SABER que el mundo tiene hoy una población aproximada de 6,700 millones de personas, de las cuales sólo 13 millones son judíos, es decir el 0,19 % de la población mundial, pero su proporción en la lista de ganadores del Premio Nobel (en Física, Química, Fisiología o Medicina, Literatura, Economía y Paz) es de aproximadamente el 25%.
ES BUENO SABER que el más grande de los filósofos en la actualidad es un judío francés de origen sefardí, Edgar Morin es su nombre (cambió su nombre original Edgar Nahum por Edgar Morin por el antisemitismo que corroía la sociedad francesa durante la invasión alemana en la II guerra mundial). Este extraordinario filósofo del pensamiento complejo, autor de más de 50 publicaciones ha merecido el título de Doctor Honoris Causa por las Universidades de: Perugia, Italia; Palermo, Italia; Milán, Italia; Cosenza, Italia; Libre Bruxelles, Bélgica; Bruselas, Bélgica; Ginebra, Suiza; Odense, Dinamarca; Valencia, España; Natal, Brasil; João Pessoa, Brasil; Porto Alegre, Brasil; Tecnológica de La Paz, Bolivia; del Instituto Piaget, Lisboa; Veracruzana, Universidad de Guadalajara, México y Universidad Católica del Perú.
ES BUENO SABER que no es cierto que los judíos sólo se dedican a actividades comerciales y financieras, pues Charles Chaplin, Marcel Marceau, Félix Mendelssohn, Franz Kafka, Yehudi Menuhin, solo por citar a unos pocos de los más grandes artistas de todos los tiempos, tuvieron ascendencia judía. ¿Por qué se insiste en asociar lo judío con las finanzas únicamente? La respuesta no es ignorancia (sería un consuelo saberlo pues la ignorancia se cura con el estudio). La respuesta es el odio racial y religioso. Un odio inmenso, inconmensurable, destructor. Un odio que todo lo contamina, todo lo distorsiona, todo lo pervierte. Este odio es el origen de la mentira y de la demagogia.
ES BUENO SABER que en la ciudad de Lima han sido detenidos los miembros de un grupo neonazi que portaban armas ilegalmente y que hacían prácticas de tiro como preparación para llevar a cabo actos violentos contra algunos grupos sociales y minorías sexuales, étnicas, religiosas. Fue una excelente noticia pues puso en alerta a las autoridades universitarias y escolares acerca del peligro real que supone la presencia de estos grupos de jóvenes alienados que tienen como líder a quien ha sido considerado como el ser humano más perverso de todos los tiempos, me refiero a Adolfo Hitler.
ES BUENO SABER que en nuestra ciudad ha disminuido el culto a Hitler que venía creciendo peligrosamente hace algunos años. Pues los jóvenes que habían optado equivocadamente por ese camino de odio sin retorno tomaron conciencia que su ascendencia aymara y quechua les impedía moralmente admirar a este líder negativo que creía que “la raza aria” era superior a todos los demás pueblos de la tierra y que además repudiaba profundamente a los pueblos nativos indoamericanos.
ES MALO SABER que el autor de este artículo será llamado “monstruo”, “sodomita”, “traidor”, “espía chileno”, “judío”, “masón”, “homosexual”, “antiperuano”, etc. Su delito: difundir conocimiento objetivo, educar en la tolerancia y divulgar verdades incómodas a quienes predican el odio.

Dr. Rafael Enrique Azócar Prado