domingo, 9 de mayo de 2010

EL RETORNO DEL VENENO IDEOLOGICO RACISTA

“Un fanático es un hombre ciego, que entra a una habitación oscura, que busca un gato, que no está allí y… lo encuentra”.
Anónimo
Este pensamiento se aplica perfectamente en el caso de los fanáticos de toda índole: políticos, religiosos, sectarios, deportivos, etc. En efecto, aun cuando existen razones en contra de sus argumentos, a pesar de las evidencias que demuestran que sus posiciones son erradas, los fanáticos se las arreglan para seguir insistiendo en su línea de pensamiento; se mantienen obstinados en la defensa de una argumentación falsa. Son renuentes al cambio, irreductibles y tercos, no varían sus falsos esquemas mentales, sea por convicción, o por orgullo. Si es por convicción, estamos frente aun hombre equivocado, infantilmente engañado. Este tipo de fanático aparece ante nuestros ojos como un sujeto dogmático, pero ingenuo. Terco y crédulo de historias fantásticas que sigue con deleite, ávido de creer, de aferrarse a su “verdad”; se trata entonces de un hombre imaginativo que lee historias increíbles, que da pábulo a sus fantasías. Este tipo de fanático es susceptible de cambio. Existen abundantes ejemplos: ex creyentes, decepcionados amantes, ex hinchas de futbol, desilusionados comunistas, ex creyentes de utopías redentoras, etc.
Sin embargo, el peor de los fanáticos es el que comprende que sus argumentos son falaces, sabe que sus ideas son endebles, que su posición ideológica es vulnerable. Este fanático admite íntimamente que está equivocado, conoce que defiende una causa ideológica injusta. Pero… aun así se aferra desesperadamente a sus ridículas ideas, a sus fantasiosas elucubraciones. ¿Por qué?, la respuesta no es sencilla. Se trata de un tipo orgulloso, vehemente, de temperamento apasionado y con una convicción que linda con la paranoia.
En los últimos años, en la ciudad de Tacna, estamos asistiendo a un aumento del antisemitismo, a una incitación a la violencia racial y religiosa. El odio contra los judíos, los masones, los homosexuales y los comunistas es permanente. Es un odio visceral, un odio fanático. Esto es muy peligroso, pues en Venezuela, del discurso de Chávez incitando al odio contra los judíos se llegó al ataque directo a una sinagoga. Este es el inicio de un proceso de incitación a la violencia: primero son las ideas de odio y luego vienen los ataques físicos llenos de odio. Primero se dice: “los homosexuales, los judíos y los masones son malditos” y luego se arrojan piedras contra ellos. La historia está llena de ejemplos sobre ello. Nunca las ideas de odio son inofensivas. Siempre llevan su carga de potencial violencia.
La psicología ha demostrado que las ideas y los esquemas mentales influyen en las emociones. Las personas que creen firmemente que “los homosexuales”, los “masones”, los “judíos” son desalmados, ruines, infames, ladrones o pérfidos, tienen más probabilidad de efectuar ataques directos contra estos grupos. Para atacar violentamente a los “otros” se debe creer firmemente que los “otros” lo merecen. De esta manera el agresor encuentra alivio a sus sentimientos de culpa. Recuérdese que el dominio de la mente fue prioridad en los gobiernos totalitarios, fascistas y muy especialmente en el gobierno nazi. En Alemania nazi hasta a los niños se les enseñaba a “amar a Hitler por sobre todas las cosas” y a odiar “al enemigo judío”.
Esta es la primera fase de los grandes genocidios. El español conquistador debía estar convencido que el indígena americano era una especie subhumana, sólo así podía infringirle maltrato sin sentirse culpable, El esclavista debía estar convencido que el esclavo era inferior a él, solo así lo podía tratar como una “cosa” y no como humano. Los últimos genocidios ocurridos en Ruanda, en Bosnia, en Kosovo, nos ilustran acerca de la gravedad de la penetración ideológica del odio en las mentes de la gente. La inserción del odio en la psicología de la gente, la difusión del odio ideológico, ese es el primer paso; de allí al ataque directo, al asesinato, hay un paso muy estrecho.
En Tacna hay signos preocupantes del avance del odio racial y sectario. A un profesor universitario que previene a sus estudiantes de no caer en el odio étnico y religioso, que denuncia la gravedad del genocidio nazi en toda su magnitud, que contribuye a educar en la tolerancia y en el amor y que les previene acerca de la incitación al odio en ciertos medios de comunicación; a dicho profesor le atacan de modo cobarde y anónimo, utilizando un lenguaje tan violento y calumniador. Le difaman, le insultan con un odio que hace presagiar más violencia. Lo tristemente paradójico es que quienes le atacan desde un impreso panfletario se autodenominan “cristianos” y “nacionalistas” (lo último es todavía más contradictorio, pues estos fanáticos tacneños idolatran a un líder alemán y no a un auténtico líder peruano).
Estamos avisados, el aumento del veneno ideológico, sectario y religioso aumenta en Tacna, no hacer nada sólo contribuye a que los fanáticos se envalentonen gracias a la actitud pasiva de los que auténticamente amamos la tolerancia, el respeto mutuo y la libertad.