Para ser leído por los nazis tacneños de pacotilla: aprendan
Mag. Rafael Enrique Azócar Prado
La psicología infantil ha demostrado que los niños presentan un alto nivel de susceptibilidad frente a la influencia de los adultos. Si estos adultos incitan al niño al odio racial o religioso, entonces, es muy probable que este odio se mantenga fijo en el inconciente del niño hasta su vida adulta. Ahora bien, el individuo que recibió desde una temprana edad estas influencias negativas puede neutralizar estos mensajes si es capaz de cuestionar y analizar objetivamente el contenido de dichas influencias. Sin embargo, bien sabemos que la práctica del autoanálisis y la autocrítica no es un rasgo común entre nuestros conciudadanos. Es más probable entonces que estos individuos sigan creyendo a pie juntillas lo que le dijeron de niño y, lo más peligroso, repitan esos mismos discursos negativos a sus propios hijos. De manera tal, que así se va perpetuando el odio racial o religioso; es decir, el odio pasa del padre a los hijos y de éstos a los nietos, y así sucesivamente, en una cadena de odios y prejuicios sin fin.
En la actualidad, en todos los países modernos existen leyes que penalizan la incitación al odio racial o religioso. Sin embargo, en nuestra ciudad, desde hace aproximadamente 4 ó 5 años se viene incitando impunemente al odio contra los practicantes de la fe de Moisés, es decir, a quienes profesan la religión judía. El origen de todo este odio irracional e injusto es la culpabilidad que recae sobre este pueblo por haber incitado la crucifixión de Jesús de Nazareth, y desde hace dos mil años, sus descendientes, han venido sufriendo persecuciones, matanzas en masa y discriminaciones. Vale formular dos preguntas a los modernos antisemitas ¿Son los hijos culpables de los delitos o pecados cometidos por los padres o abuelos? ¿Puede un hijo elegir qué padre tener y a qué pueblo pertenecer? Estoy seguro que usted lector sensato dirá que No, un No rotundo a cada una de mis interrogantes. Entonces, ¿Por qué subsiste este odio?, odio que además no está permitido a los verdaderos creyentes y seguidores de Jesús (no olviden el “amaos los unos a los otros” o el “todos son hermanos ante los ojos del Padre”).
A veces considero que el antisemitismo es un tema para la psiquiatría, un tema de interés para la psicopatología. Realmente no entiendo tanto odio, creo que no entenderé nunca este persistente odio racial y religioso contra ciudadanos que persisten en mantener la fe de sus padres: me refiero a los descendientes de Isaac y Jacob (es decir, a los judíos). El antisemitismo es injusto, tremendamente injusto, como todos los prejuicios. Se achacan a los judíos todos los males del mundo, incluso se les acusan de ser pedófilos, ignorando deliberadamente que cientos de sacerdotes católicos norteamericanos han sido acusados de pedofilia en los últimos años y que la pedofilia está extendida por todo el mundo. Sin ir muy lejos, en la cárcel de Pocollay, en Tacna, hay detenidos cientos de violadores sexuales que profesan la religión Cristiana, pero a nadie se le ocurriría aplicar este calificativo a quienes como ellos, profesan el cristianismo. ¿Por qué entonces se pone en el mismo saco a todos los judíos del mundo, como si fueran todos ellos iguales? El odio a los judíos se agrava por provenir de personas que se consideran cristianas, es decir, seguidores de Cristo. Pero ¿Cómo puede un individuo ser seguidor de Cristo y llevar como señal la svástica nazi y no la cruz del Redentor? ¿Cómo se puede continuar profiriendo insultos y maldiciones y decir ser seguidor de quien predicó siempre el amor y no el odio?
A continuación expondré algunos prejuicios y falsas acusaciones contra algunos miembros de la comunidad judía de ayer y de hoy. Se dice, por ejemplo, que los judíos sólo se dedican a la usura, al agio y a los negocios financieros. Hay que ser (lo digo con respeto pero con firmeza) un redomado ignorante para expresar tamaña barbaridad. Veamos, el ex ministro de economía del gobierno de Toledo, economista Javier Silva Ruete, es el actual Director del FMI (es peruano, por si acaso y católico practicante para más señas). Es Director Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional para Argentina, Chile, Bolivia, Paraguay, Uruguay y Perú. ¿No que sólo había judíos en el FMI? Por otra parte, se acusa a los judíos de ser los únicos traficantes de armas en el mundo ¿Y qué podemos decir de Vladimiro Montesinos Torres (de familia católica arequipeña) quien traficó con los hermanos Aybar Cancho, miles de fusiles a la guerrilla colombiana?
Los nazis modernos y los de antaño acusan a todo judío de usurero y malévolo (repiten los mismos odios de Hitler y su gavilla de asesinos). Pero, ¿qué daño le hicieron a la humanidad los comediantes judíos-americanos Groucho Marx y sus hermanos Chico, Harpo, Gummo y Zeppo? Y, ¿Es culpable el mecánico Isaac Singer, quien inventó la máquina de coser? ¿También son culpables los judíos: Ludwig Zamenhof -inventor del Esperanto-, Emile Berliner -inventor del gramófono y del micrófono telefónico-, el psicólogo Aaron Beck -fundador de la terapia cognitiva para tratar la depresión-, Sigmund Freud -padre del psicoanálisis-, John von Neumann -genio matemático-, Karl Popper -uno de los filósofos más importantes del siglo XX-, Hans Kesel –autor de la Teoría del derecho-, Georg Cantor -padre de la teoría de conjuntos y de la lógica moderna- y John Kemeny -matemático/filósofo, coinventor del lenguaje Basic de computación-? ¿Son culpables los judíos: Albert Einstein – conocidísimo físico judío-alemán-, y Gregory Pincus –inventor de la píldora anticonceptiva-, Niels Bohr -físico ganador del Nóbel por sus estudios sobre la estructura del átomo-, Jonas Salk y Albert Sabin –quienes inventaron la actual vacuna contra la poliomielitis- y Emile Durkheim -fundador de la sociología moderna-? y ¿Qué daño hicieron a la humanidad, los judíos: Claude Levi-Strauss -antropólogo, creador de la antropología estructural-, Ferdinand Cohn -uno de los fundadores de la bacteriología – y Levi Strauss -fabricante de ropa -quien inventó los blue-jeans? ¿Merecerían ser gaseados y exterminados, por ser judíos, el director de Cine Woody Allen, la cantante Bárbara Streisand, el actor Michael Douglas, el actor judío-francés Marcel Marceau -el más grande mimo de todos los tiempos- y el cantante norteamericano Bob Dylan? ¿merecería ser despreciado por su condición de judío el extraordinario actor y cómico inglés Charles Chaplin?, ¿Merecería ser discriminado, por ser judío, el profesor universitario peruano David Fischman, autor del “Espejo del Líder” y “El Camino del Líder? La lista es interminable.
Para finalizar estas reflexiones, el ganador del Nobel de literatura, el escritor alemán Günter Grass, quien hace poco confesó haber pertenecido, cuando tenia 16 años, a las fanáticas y homicidas hordas SS nazis, pidió perdón a sus millones de lectores en todo el mundo por su silencio de tantos años. Señaló que tardó tanto tiempo en encontrar la palabra exacta que explicara su largo silencio: VERGÜENZA. Véalo usted: un genial escritor alemán profundamente avergonzado y arrepentido de haber simpatizado alguna vez con las SS de Hitler, mientras que en Tacna algunos desorientados jóvenes de procedencia aymara se visten como auténticos nazis alemanes ¿Cómo entender esto?